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Acompaña a Siro, un curioso caballito de mar, en una aventura mágica por el océano. Un cuento sobre el poder de la imaginación, la valentía y compartir.
En las profundidades de un océano cristalino vivía un pequeño caballito de mar llamado Siro. Era curioso, valiente y soñaba con conocer todos los rincones del mar. Cada mañana se despertaba con el sonido de las olas y nadaba entre los corales saludando a los peces payaso, las tortugas dormilonas y las estrellas de mar que brillaban como soles diminutos.
Un día, mientras exploraba una cueva secreta detrás de una anémona gigante, Siro encontró algo muy extraño: una burbuja que no flotaba hacia la superficie. Estaba suspendida en el agua, brillante, como si tuviera luz propia.
Siro se acercó con cautela y, al tocarla con su hocico, la burbuja comenzó a crecer y lo envolvió por completo. En lugar de estallar, la burbuja lo llevó volando por todo el océano, como si fuera una nave mágica. Vio cosas que nunca había imaginado: ciudades submarinas escondidas, peces que cambiaban de color con el ritmo de la música de las ballenas, y medusas que bailaban como bailarinas bajo la luz de la luna.
La burbuja le susurró en un idioma que solo los corazones valientes podían entender:
—Eres un explorador, Siro. Donde hay curiosidad, siempre habrá magia.
La burbuja lo llevó hasta un arrecife lejano donde todos los corales estaban tristes y apagados. Siro descendió y notó que los peces no reían, y que el mar allí estaba oscuro y frío. Entonces, la burbuja le entregó una chispa de luz que guardaba en su interior.
—Devuélveles la alegría. Comparte tu aventura.
Siro nadó entre los corales contando todo lo que había visto: las ciudades secretas, los peces musicales, las medusas bailarinas… Y con cada palabra, los corales recuperaban su color, los peces reían y el agua se llenaba de luz.
Desde aquel día, Siro entendió que la verdadera magia no está solo en lo que se descubre, sino en lo que se comparte. Y aunque la burbuja mágica desapareció al despedirse con un destello dorado, Siro supo que la magia seguiría viva mientras él contara su historia.