El gato azul que podía hablar con la noche

Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y bosques, un curioso gatito de pelaje azul como el cielo al anochecer. Se llamaba Azulito, y aunque todos los animales del pueblo lo querían mucho, Azulito tenía un secreto muy especial: ¡podía hablar con la noche!

El gato azul que podía hablar con la noche

 

Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas y bosques, un curioso gatito de pelaje azul como el cielo al anochecer. Se llamaba Azulito, y aunque todos los animales del pueblo lo querían mucho, Azulito tenía un secreto muy especial: ¡podía hablar con la noche!

Cada atardecer, cuando el sol se despedía y las estrellas empezaban a brillar, Azulito subía al tejado más alto del pueblo y llamaba a la noche con su dulce maullido:

—¡Miau, miau, noche bonita! ¡Ven y cuéntame tus secretos!

La noche siempre respondía con una brisa suave que acariciaba el pelaje de Azulito, y entonces le susurraba historias al oído. Le hablaba de estrellas que jugaban al escondite, de lunas que cambiaban de forma para sorprender a los niños y de luciérnagas que bailaban entre los árboles.

Una noche, Azulito notó que la luna estaba triste. Brillaba muy poco y sus estrellas amigas parecían apagadas.

—¿Qué ocurre, querida noche? —preguntó Azulito con voz preocupada.

—La luna está triste porque los niños del pueblo ya no miran al cielo. Prefieren quedarse en casa y no disfrutan de mis estrellas —susurró la noche.

Azulito pensó y pensó hasta que tuvo una idea brillante. Reunió a todos los animales del bosque y les pidió ayuda para crear un gran espectáculo nocturno. Los búhos cantaron melodías suaves, las luciérnagas formaron figuras brillantes en el cielo y las mariposas nocturnas revolotearon en una danza mágica.

Aquella noche, Azulito llamó a todos los niños del pueblo y les dijo:

—¡Venid! La noche tiene algo especial para vosotros.

Los niños salieron emocionados y, al ver el cielo iluminado de colores y destellos, quedaron maravillados. Rieron, aplaudieron y prometieron que nunca más olvidarían mirar al cielo antes de dormir.

Desde entonces, cada noche Azulito sube a su tejado, llama a la noche y juntos se aseguran de que siempre haya un pequeño espectáculo en el cielo, para que ningún niño olvide lo bonita que es la noche.

Y si alguna vez te asomas por la ventana y ves una estrellita parpadeando con fuerza... tal vez sea Azulito y la noche, saludándote y deseándote dulces sueños.

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